La
industria de la telenovela en Venezuela, golpeada en los
últimos años por el cierre de una televisora clave, la
falta de inversión y la emigración de sus actores, sueña con recuperar el
brillo de sus producciones,
que mantenían en vilo a millones de espectadores en el
mundo.
“Ahora mismo la telenovela venezolana
no está de moda, estamos pasando por un momento difícil,
complejo, pero seguimos trabajando y reinventándonos
para no desaparecer”, cuenta a la AFP el dramaturgo José
Simón Escalona, en el set de grabación de “Dulce
amargo”, de la cadena venezolana Televen.
Esta telenovela
es la primera de cinco que se rodarán en formato alta
definición en los próximos dos años
gracias a una alianza de Televen con las mexicanas
CadenaTres y Telemundo.
Se trata de una apuesta para
“reactivar la industria de la telenovela, otrora motivo
de reconocimiento internacional para nuestro país”,
asegura el gerente general de Televen, Leonardo Bigott.
En los pasillos
del tercer piso del canal, donde se graba “Dulce
amargo”, van y vienen actores, asistentes y productores. Muchos llevaban meses o
años sin trabajar en una telenovela,
cuando hace menos de una década iban de un proyecto a
otro casi sin descansar.
“Ahora mismo la telenovela
venezolana no está de moda, estamos pasando por un
momento difícil, complejo, pero seguimos trabajando
y reinventándonos para no desaparecer”
El mismo Escalona, que ha sido
escritor y director de telenovelas desde los años 1980,
esperaba una oportunidad para “volver a convertir a la
industria venezolana en esa industria poderosa que fue
en otra época, cuando se hacían 10 o 12 dramáticos al
año, y de la que nadie quería olvidarse”.
Por eso, aceptó el reto de montar la
estructura de producción de telenovelas de Televen, como
asesor de un canal que tradicionalmente no hacía este
tipo de producciones.
Hasta hace unos
seis años, la realización
de telenovelas estaba totalmente en manos de Venevisión
-que últimamente ha invertido más en su línea de
producción fuera del país con Venevisión Internacional-
y de Radio Caracas Televisión (RCTV), sacada del aire en
2007 por orden del gobierno.
“El cierre de RCTV afectó muchísimo a
la industria de la telenovela. Pasó a haber mucha
demanda pero pocas ofertas de trabajo y, así, uno como
actor se devalúa”, dice a AFP Juan Carlos García, parte
del elenco de “Dulce amargo”.
“De mi
telenovela anterior a ésta pasó casi un año. Si yo no
tengo una empresa aparte de la que vivir ¿qué hubiese
hecho?”, comenta García,
recordando que muchos de sus colegas se fueron en busca
de mejores oportunidades a Estados Unidos o México.
García, que asegura que la actual
apuesta de Televen puede marcar “un repunte” de la
telenovela venezolana porque “hace un llamado de
atención a la industria”, recuerda que su primera
oportunidad de protagonizar se la dio Escalona en RCTV,
donde éste llegó a ser vicepresidente de producción.
Pero ellos no son los únicos ex RCTV
que se cruzan en Televen. También vienen de ese canal la
actriz Roxana Díaz, que lucha contra el frío del estudio
de grabación mientras hace una escena con un corto
pijama blanco, y el director de “Dulce amargo”, Olegario
Barrera.
De la época de oro a la
renovación actual
“En los últimos
años nos hemos ido
quedando atrás en el espectáculo de la telenovela,
desde el punto de vista de la temática y también por la
falta de inversión”, explica Barrera, que asegura que
países como Brasil y Colombia han innovado más,
presentando productos muy exitosos y más cercanos al
“formato de las series”.
La propuesta de “Dulce amargo” atrajo
a Barreto precisamente porque da un paso hacia la
renovación temática: “El libreto es diferente y aunque
naturalmente tiene elementos de melodrama, las tramas
son muy adultas, sin la truculencia de la historia
enrevesada típica, de la niña pobre y sufrida”.
Ahora,
actores y directores coinciden en
que es necesario apartarse del tradicional melodrama
para acercarse más al formato de las series de drama o
comedia, más ligeras y que tanto éxito han tenido en
otros países.
El escritor Alberto Barrera Tyszka
dice a AFP que justamente la primera “época de oro” de
la telenovela venezolana, antes del “boom mundial” en
los años 1980 y 1990, vino “con la apuesta por
melodramas más modernos y más arriesgados con respecto
al canon convencional”.
Sin embargo,
Tyszka considera que ese
soñado repunte será “muy difícil”.
“El “El furor (por la telenovela
en general) pasó” y, además, ahora “la competencia es
mucho mayor” en el exterior, argumenta este autor
de decenas de libretos.
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